Al artista surcoreano de la imagen le encantan los interiorismos, siempre que lleven un componente psicológico detrás. Como había pocos ejemplos a pie de calle, él mismo se ha dedicado a construirlos con poliéster
Cuando Do Ho Suh (Corea del Sur, 1962) se marchó de su Seúl natal para estudiar en la Rhode Island School of Design, en Estados Unidos, en ningún momento imaginó que ese proceso de emigración acabaría siendo, años más tarde, el trasfondo de su discurso artístico. Porque la idea de la identidad personal lleva explorándola desde que salió de la universidad. “Intento entender mi vida como un movimiento fluido a través de diferentes espacios”, explicaba a la plataforma Art21 en diciembre de 2016. Y nada más lejos de la realidad: hace más de una década que este surcoreano reproduce a escala real, y solamente con estructuras de tela, las viviendas y apartamentos en los que ha vivido desde que se independizó.
Como el piso entre la octava y la novena avenida de Manhattan, en el barrio de Chelsea. Allí se mudó en 1997. “Y me quedé durante 18 años. El principio de mi carrera artística empezó en esas cuatro paredes”. Lo cual explica por qué en 2016 decidió llamar de nuevo a los caseros y proponerles una intervención. “Quería recordar y conmemorar aquel espacio”. Lo hizo, además, imitando a grandes rasgos el proceso integral de una reforma: recubrió con papel blanco los suelos y paredes (incluyendo electrodomésticos, las manillas de las puertas o los rodapiés) y pintó cada una de las estancias, completamente vacías, con temperas y lápices de colores.
Mirando a cámara, Do Ho Suh posa en el salón amarillo de su antiguo piso de Nueva York. ¿El planteamiento? Un juego entre la tridimensionalidad del espacio y el 2D de la ilusión óptica.
Do Ho Suh no solo se conformó con enseñar el resultado al público. En 2017 trasladó la distribución del piso a la Victoria Miro Gallery de Londres, de una manera muy sencilla: sustituyendo los tabiques por paneles de poliéster, a escala 1:1, que se sostenían sobre tubos de acero inoxidable e imitaban las mismas tonalidades de la vivienda intervenida en Nueva York. Con esta obra, el surcoreano cerraba su retrospectiva Passage/s: The Pram Project, y con ella, todas las piezas que recordaban a las casas que alquiló en Providence, Berlín y Londres. Sin olvidar, claro está, el rincón que le dedicó a la casa tradicionalista de sus padres.
Aunque los interiores de Do Ho Suh engloban varias viviendas, todas se conectan para que el espectador, en su mente, pueda establecer un hilo conductor coherente.
Como demuestra la fotografía de arriba, las viviendas de Do Ho Suh tampoco quedan exentas de peligro.
Pero no todo se resume a una cuestión personal. Detrás de lo que este artista propone también hay una reflexión sobre cómo el espacio físico se moldea a base de habitarlo. “Siempre he querido mostrar las diferentes capas que se acumulan allá donde vivimos”. Aunque por capas no se refiere a las del polvo. “En realidad estoy hablando de las experiencias personales que uno tiene en el espacio doméstico, de esa sensación de seguridad que todos tenemos al estar en casa. O de las memorias que hay detrás de los mínimos detalles de un interiorismo”. Por eso Do Ho Suh no se olvidó de perfilar los interruptores en su antiguo piso de Nueva York. “Es algo que no puedo pasar por alto. ¿Sabes la de veces que encendí la luz en 18 años?”.
A la izquierda, el pomo de la puerta, acompañado por el enchufe de la derecha, demuestra que los detalles menos estéticos siempre humanizan los espacios.
Lo mismo ocurre con los electrodomésticos de la cocina: si son tan necesarios en el día a día, ¿por qué un arte inclusivo tendría que verse obligado a despreciarlos?
Un último segundo. Así se llama la obra que el surcoreano levantó en el año 2013: Home within Home within Home within Home within Home. Queda claro, ¿verdad?