La ley del diseño eterno

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5 octubre, 2018

Los fundadores de La Recova abren sus puertas al Open House Madrid. Aprovechamos la ocasión para que nos cuenten su historia. Y de paso, también la de varias lámparas icónicas del siglo XX que siguen reeditándose

 

Luís, ¿hace mucho que lleváis con el proyecto?

Pues en realidad el próximo abril ya hará diez años que estamos abiertos. Y empezamos un poco por curiosidad, porque África y yo habíamos viajado por Europa, habíamos estado en París, en Londres, en Dinamarca, en muchos sitios, y veíamos que, efectivamente, estos muebles se vendían, que ya había tiendas especializadas en los años 50, 60, 70, y que en España había muy poco de eso que ahora se llama vintage, o que todo el mundo llama vintage, ¿verdad? África viene del mundo de las antigüedades y de la restauración del arte, y entonces, bueno, era inevitable que no nos gustase. Nos encantaba el estilo, esa forma que tenía Inglaterra y Alemania de recuperar determinadas piezas, con una tradición muy marcada en las tiendas de segunda mano. Y a raíz de esos viajes dijimos “bueno, pues vamos a montar algo en Madrid”. Y nuestra primera tienda la abrimos en el Rastro. Pero ni siquiera sabíamos que iba a funcionar (se ríe). Lo que pasa, y eso sí es cierto, es que muy pronto las revistas de decoración se empezaron a fijar en este tipo de objetos que antes eran desconocidos. Tampoco es que fuéramos los pioneros, porque ya había tiendas como El transformista o L.A. Studio, y algunas otras muy bonitas que se dedicaban al art déco, pero nosotros vinimos a cubrir una franja de precios un poquito inferior.

 

¿Es difícil encontrar estas piezas? Porque muchas de las que tenéis aquí, por no decir todas, pertenecen a diseñadores míticos que realmente están cotizados, como tú has dicho, no en Madrid, pero sí en Europa. ¿Cuesta?

Pues sí, cada vez más. Quizá porque la gente ya viaja mucho. También por Internet. Y las revistas de decoración han hecho una gran labor enseñándonos que hay piezas del mundo fifities que son bonitas, útiles y que tienen calidad en su diseño. Pero eso ha hecho que todas estas piezas se conviertan un poco en tendencia, y todo lo que acaba siendo una moda, en origen, al final sube de precio. Así que ahora es más difícil encontrarlas. Y es curioso, porque en un principio no resultaba nada complicado: incluso el mercado estaba muy devaluado. Es decir, la gente no quería ese tipo de cosas en casa, no las consideraba dignas de comprar y vender.

 

¿Cómo seleccionáis los productos? ¿Tenéis un grupo de stockists que os los traen?

¡Para nada! La única forma de hacerlo, prácticamente, es cogiendo la maleta y yéndose a cualquier país. Y visitar anticuarios, ferias de antigüedades, mercadillos… no hay otro misterio. África y yo nos subimos a la furgoneta y nos vamos, pues no sé, una semana a Bélgica, por ejemplo, y a ver qué encontramos allí. La cuestión es ir probando, porque sí que es cierto que hay países más baratos que otros. Países como Francia, por ejemplo, tienen mucha tradición en la compra-venta de segunda mano; en todos los pueblos hay un pequeño anticuario. En Dinamarca, en cambio, sí que han tenido en cuenta su diseño y sus autores, y es mucho más caro.

 

Dices que estas piezas ya son una moda palpable, y siempre que nace un fenómeno, por antonomasia, empiezan a salir copias por todos lados. ¿Os han intentado vender alguna lámpara, por ejemplo, que sea falsa?

No falsa, pero sí ves que se empiezan a hacer reediciones. El hecho de que cada vez más escaseen estas piezas ha hecho que algunas empresas, sobre todo de China e India, hayan comprado patentes y estén reeditando los productos. Incluso por Internet, a veces, ya cuesta distinguir una silla Eames o una butaca italiana, ¿no? Porque no paran de reeditarse. De hecho, ya hay tiendas especializadas en muebles de diseño que trabajan única y exclusivamente con reediciones, y tú puedes elegir la tapicería de esta butaca o aquella, o decirles “necesito 18 sillas de equis modelo”. No os podéis ni imaginar la de veces que nos han venido a ofrecer cosas del tipo “oye, yo importo muebles de la India y son de estilo escandinavo”, pero desde luego ni las calidades ni los acabados se parecen a los originales. Además que no es nuestro sector. Igual que hay un sector de tiendas que se dedican al mueble del siglo XIX, o anticuarios muy clásicos, y que saben distinguir una butaca napoleónica de un sillón que no lo es, nosotros también. Hay que tener el ojo entrenado, analizar al milímetro los detalles y, sobre todo, entender de qué va la cosa.

 

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El holandés Louis Kalff diseñó estos dos modelos para la firma Philips durante la década de los 60. Mucho antes de que la empresa se convirtiera en el famoso gigante de la tecnología.

 

¿Al principio os centrasteis en algunas piezas específicas?

Estábamos abiertos, cuando empezamos, a ese nicho de muebles y objetos de decoración que no tenían mucho predicamento, que eran los de los años 50, 60 y 70. Y sí que es cierto que luego, por afinidad, nos ha acabado gustando mucho la cerámica alemana, la porcelana biscuit y el mueble anónimo francés de mediados de siglo. O sea, que en realidad tampoco tenemos ningún fetiche. Pero sí sabemos lo que no nos gusta. Como anécdota os diremos que en la primera feria de antigüedades a la que fuimos, ningún anticuario entendía qué vendíamos. Nos miraban como perros verdes. Pero al año siguiente, en la misma feria, la mayoría ya tenían una silla cromada o un mueblecito con patitas UFO. Nos pasó lo mismo cuando abrimos en el Rastro, que es como un sitio muy castizo: los anticuarios clásicos, los señores de allí de toda la vida, nos miraban con cara de “estáis locos. Pero si esto es formica o aquello es un chapado. ¿Y esa lámpara negra? ¿Cómo vendéis eso? ¡Pero si es un flexo normal y corriente!”.

 

Justo de este tema queríamos hablar. De las lámparas que pertenecen a la Bauhaus, y de las que tenéis aquí en La Recova, ¿con cuál te quedarías?

¿Yo? Con el flexo negro, la Kaiser idell de Christian Dell. Es preciosísima. A mí me parece la LÁMPARA. Esa y la de (Arne) Jacobsen de los 60. Aunque todas me gustan, eh. Y, de hecho, son de África y mías; en realidad no se venden. Las piezas que encontramos y que nos gustan, nos las quedamos.

 

Cuéntanos más sobre la de Christian Dell.

Bueno, esta lámpara forma parte de la estética de la Europa de los años 30. Y en muchas películas que hemos visto de nazis o de la Segunda Guerra Mundial aparece la lámpara, porque recrea un poco el espíritu de la época. Es una pieza icónica. Al final es un flexo polivalente, negro, hecho de hierro, que igual sirve para uso doméstico que para uso industrial. Y muchos creen que los nazis la utilizaron de verdad, pero teniendo en cuenta que acabaron con la Bauhaus… pues lo veo muy poco probable, ¿no? Pero miradlo otra vez. Ese flexo podría estar perfectamente en un despacho contemporáneo; es increíble. Y demuestra que el buen diseño no puede ser otra cosa que intemporal. Si no, no tiene sentido. Rolex, por ejemplo, lleva utilizando la misma esfera desde los años 40. Y la gente se sigue comprando un modelo de reloj que si lo veis en otro contexto, y no sabéis que es Rolex, diríais “vaya, eso es vintage”.

 

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A la izquierda, la lámpara Eclisse de Vico Magistretti permite redireccionar la luz en un ángulo de 180 grados. El flexo Kaiser idell de Christian Dell, a la derecha, recuerda al día de antes de los exámenes del instituto. O a una tarde entera leyendo en el sillón.

 

También es interesante ver cómo el diseño, más que a lo largo de las décadas, va cambiando entre diferentes nacionalidades en un mismo momento histórico. Por ejemplo, cómo algo nórdico, totalmente racional, contrasta con la ambición italiana por sintetizar la naturaleza. Eso se ve muy bien en la lámpara Eclisse de Vico Magistretti que tienes aquí. Háblanos de ella, Luís.

Bueno, esta forma parte también de una filosofía muy concreta, que es la del diseño italiano, en la que ha funcionado muy bien el organicismo. Es decir, muebles de una sola pieza que evocan formas amables. Como las de la naturaleza. En cambio, el diseño nórdico abandona todas esas ideas, o no las toca de partida, y busca mucho más el objeto racional. Y la diferencia, creo, es evidente. ¿Con qué me quedo? Pues con que cada pieza tiene su momento e historia. Y siguen funcionando. Si tú miras la lámpara eclipse, por ejemplo, se está reeditando exactamente igual que la de Arne Jacobsen. Y como la silla Eames, la famosa silla de patitas, aunque se diseñara en 1958. África y yo la tenemos en casa. Nueva. Comprada hace poco en una tienda. ¿Que ha cambiado ligeramente? Pues sí, porque ahora es de plástico y en origen era de fibra de vidrio. Pero nada más. El resto sigue intacto.

 

¿Estáis en contacto con lo que se está diseñando hoy en día, con los interiorismos del 2018?

No tanto. Nos gusta, claro que sí, pero se nos escapa un poco. Uno al final llega a la conclusión de que no se puede estar en todo. No si queremos hacer bien nuestro trabajo. Lo que sí estamos viendo es que hay una tendencia clarísima a recuperar el funcionalismo nórdico, el esquematismo, la patita UFO de los años 50. Y, bueno, basta con ir a Ikea, que es puro diseño nórdico, aunque sea low cost. Pero ha conservado el mismo espíritu. Incluso ahora mismo están reeditando mesitas auxiliares con forma de hoja, como las antiguas mesas cócteles que nosotros vendemos. O sea, que el buen diseño varía un poco a lo largo del tiempo. Esas piezas racionales, incluso germánicas, se están transformando, pero la esencia, aunque suene a tópico, sigue siendo la misma. Excepto en aquellos años de la Memphis en los que se hicieron cosas ultra originales, con colores súper atrevidos y chillones. Muy años 70, vaya.