Marisa Santamaría: operación renove

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7 septiembre, 2018

Si el futuro del diseño llamara hoy mismo a la puerta, a Code Studio no le sorprendería: la directora del área internacional de tendencias del Instituto Europeo di Design nos avanza cuáles serán los cambios del mañana 

 

¿En qué andas trabajando ahora mismo? ¿Cuáles son esos proyectos a los que le estás dedicando tu tiempo?

Yo llevo un área, muy concreta, que es de visualización de nuevas tendencias, de descubrir y ver indicios de nuevas posibilidades del diseño en varios sectores. Y ahora estoy haciendo unos grupos de investigación con los alumnos del IED, pero esto no se queda meramente en algo, digamos, didáctico o de formación, sino que también se conecta con algunas empresas y entidades que quieren saber qué ocurre en el panorama actual. Es decir, cómo va a ser la nueva casa, cómo se están organizando los nuevos hábitats, qué partes del hogar van adquiriendo más importancia, cómo van a evolucionar los interiorismos y las ciudades… Y hay empresas o instituciones, como he dicho, o incluso asociaciones, que están perdidas, que no saben muy bien qué va a venir de forma inmediata, porque el siglo XXI, lo que ha eliminado, es el largo plazo. Con todos los cambios políticos y sociales, lo único seguro, aunque la frase es muy obvia, pero es así, es el cambio permanente. El cambio de profesión, de formas y materiales, de visiones. Y esto acaba representándose en toda nuestra vida: desde los objetos más cotidianos hasta nuestra forma de movernos.

 

¿Habéis llegado ya a algunas conclusiones?

¡Por supuesto! Hay un proyecto en el que estamos trabajando ahora mismo con la empresa ArcelorMittal, que es una de las grandes productoras de acero. ¿Y qué es lo que está buscando ArcelorMittal? Pues quiere saber cómo mejorar sus procesos de producción de acero, cómo mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores y la motivación interna. Y quiere saber hacia dónde van los diseñadores, qué piensan con respecto al tema del acero, porque ahora hay una tendencia muy evidente, a la vista está, que es la de la arquitectura industrializada, prefabricada, modular, que está causando furor. Y eso es en lo que estamos centrándonos ahora con los alumnos del master en diseño e innovación del IED: trabajamos sobre nuevas estrategias para el acero, analizando cómo puede convertirse en un material básico para diseñadores y arquitectos, con todos los cambios que está experimentado, con sus nuevos acabados y aleaciones. Pero hay más cosas todavía. También estamos trabajando con un sector muy importante para el futuro, que es el radical rural, la migración de la ciudad al campo, y ahí andamos, estudiando todos los cambios que están habiendo en diseño y arquitectura en ese sentido, y en los nuevos procesos sociales.

 

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A la izquierda, Marisa Santamaría sonríe a cámara vestida de los mismos colores que la fachada del centro de investigación y desarrollo de ArcelorMittal, en Avilés (imagen de la derecha). El edificio es del arquitecto Sergio Baragaño.

 

Hay otro tema que afecta al concepto de hogar, que es la gig economy, el hecho de que cada vez más trabajadores se dediquen a empalmar encargos y proyectos con diferentes empresas en vez de pertenecer a una. Y ese modus operandi, que no deja de ser el tradicional autónomo de los contratos por obra, hace que las casas se conviertan en las nuevas oficinas. Pero ese es solo un punto de vista. ¿Cómo ves tú la evolución del hogar en otros sentidos?

Pues el ejemplo más claro, y que mejor lo ilustra, es la cocina, que en estos últimos años ha ido ocupando una mayor importancia y se ha posicionado como un punto absoluto: la cocina como oficina, como un espacio lúdico después de cada comida, como el lugar donde los niños pasan mayor tiempo… la cocina, al final, es esa área donde se establece, digamos, todo el núcleo de vida, ¿no? Y esto ha evolucionado todavía más hacia lo que se conoce como los co-livings, es decir, que va a haber una cocina para muchas viviendas. De hecho, hay una arquitecta española, Anna Puigjaner, que ha recibido una beca de la universidad de Harvard para desarrollar un proyecto que se llama Kitchenless, en el que ella estudia lo que supone la no-cocina, todo lo que llega a casa ya emplatado y elaborado, el no tener un espacio para cocinar en casa, como ocurre en Japón, en Tailandia, o como se supone que ocurría en los años cincuenta, sesenta, en Estados Unidos. O en Inglaterra, que ahora los supermercados te lo dan casi todo hecho. Y ella recupera este tema casi desde que el hombre es hombre, o sea, desde que una tribu se reunía alrededor de un único fuego, hasta hoy, que cada vez se ve más una única cocina compartida entre varios apartamentos. Entonces, bueno, todo esto va a evolucionar muchísimo, y el compartir, más que un tema económico, será también una cuestión de necesidad, de distribuir los servicios entre todos. De sostenibilidad.

 

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El diseñador Andreu Carulla plantea en El Celler de Can Roca un ejemplo del radical rural: una colección de taburetes elaborados a partir del poliestireno que el mismo restaurante desecha al final de cada jornada.

 

Y aquí también juega su papel Airbnb.

Totalmente. Y lo que es interesante del sistema de Airbnb, y de Uber, independientemente de las críticas que reciban, es que han cambiado el sistema y la forma de moverse por el espacio. Porque Airbnb, más que plantear una casa distinta, lo que ha generado es una forma nueva de visitar las ciudades, de alojarse en ellas y vivir su experiencia. A Airbnb ya no le interesa que vivas por unos días en la casa de alguien al que no conoces, lo que quiere es que vivas otra experiencia con respecto a mil temas de Madrid, Barcelona o Londres. O un pueblo a saber dónde. Ahora puedes conocer a una deportista y salir a correr con ella por un lugar que jamás habías visitado, o a un periodista de viajes que te enseña lo mejor de equis sitio, y al final vas viviendo aventuras distintas a través de lo que es Airbnb. Ahí es donde la plataforma está situada en este momento. Y el diseño, nuestro diseñador del futuro, se configura como un agente del cambio, y cada vez más se está integrando dentro de las grandes empresas, incluso de los bancos, que están contratando a equipos de diseño súper importantes para ver cómo transformar las formas de trabajo, las maneras de llegar a su público y conectar con él. Ahora el diseño ya no solo tiene que ver con el producto final, o con una serie o colección, o con lo que sale de tu pensamiento como idea, sino con el proceso para llegar a todo eso.

 

A menudo dices que una de tus referencias es Li Edelkoort, de Trend Union. ¿Por qué?

Bueno, es una referencia porque, primero, ha llevado una trayectoria muy transversal, empezando desde el diseño industrial y de mobiliario, desde la visión de los espacios, cuando era directora de proyectos de la academia de Eindhoven. Allí vivió toda esa conexión con los valores jóvenes del diseño, con muchísima cercanía, y con ese conocimiento, con toda esa garra formativa personal, pues decidió empezar de nuevo con una empresa que también prevé lo que va a ocurrir en un futuro. Y se ha convertido en una de las visionarias de tendencias más importantes, y no solamente de moda. Li Edelkoort fue la que predijo el genderless, por ejemplo, o el auge del color rosa, que ahora ya estamos cansados de verlo por todos lados, pero ella fue la que dijo que volvería a estar de moda. Y, después, también me parece muy interesante el hecho de que tenga casi setenta años, porque eso significa que no hay barreras de edad. Y como ella, pues otras figuras como pueden ser Rossana Orlandi (galerista y mecenas) o Richard Sennett (sociólogo y profesor de la London School of Economics), que están entre los setenta y ochenta años, con una actividad y una vida, física y mental, arrolladora. Y este es un tema del futuro. Con la evolución de la medicina y de la propia sociedad, tenemos que contar también con una generación que va a permanecer con ideas interesantes. Y hacia lo que debemos ir, creo yo, es hacia grupos transversales, donde no haya edad o procedencia, donde se mezcle absolutamente todo. Y de ahí saldrán ideas nuevas, ideas, seguramente, refrescantes y rompedoras, que inducirán al cambio.