El fundador de Code Studio, Diego Gómez, siempre ha defendido la atención al detalle. Incluso cuando se trata del envoltorio de un interiorismo. A continuación repasa cuáles son sus predilecciones a la hora de pavimentar un espacio
Ninguna de las decisiones que se toman antes de empezar una obra puede limitarse a una cuestión estética. Sí, ya sé que esto parece muy evidente, pero no sabes la de veces que uno se encuentra con la situación de que el revestimiento de una fachada, o el suelo de una vivienda, se escoge simplemente porque queda bien. O lo que es peor, porque no queda del todo mal. Pero hay una serie de cuestionamientos que deben plantearse mucho antes sobre la mesa. Por ejemplo, que el material del pavimento sea lo suficientemente resistente para la finalidad de tu espacio. O para sus condiciones climáticas. Y que favorezca el desarrollo de la actividad en el lugar específico que se aplica. Porque no vas a necesitar el mismo cerámico cuando vas descalzo en el baño de casa, que de lunes a viernes en el despacho de tu oficina.
Y ese apunte lo lleva a la práctica, desde hace más de 50 años, la firma italiana Florim. Que produce superficies cerámicas de gres porcelánico y trabaja piezas marmoleadas de gran formato, tanto para interior como exterior. Sus calidades, además, no empiezan en el producto final: parten de la sede de la marca, en Módena, donde se reutiliza el 100% de las aguas y desechos industriales del proceso de producción. De allí también nacen muchos de los programas de innovación que Florim imparte en el Politécnico de Milán. Y varias de las tendencias que comparten las revistas de estilo y decoración. ¿Te acuerdas de los típicos suelos de terrazo que había en casa de la abuela? Pues que estén otra vez de moda, en locales y pisos de las grandes ciudades, se debe en parte a esta histórica institución italiana. Y a sus últimas colecciones.
La vivienda unifamiliar que Code Studio diseñó en Roquetas de Mar, Almería, se articula con una fachada de cerámicos Florim.
Eso sí, en tema de tendencias no podrás negarme que, vayas donde vayas, los suelos de madera se llevan la medalla de oro. Excepto los de Listone Giordano, que han sabido mantenerse inalterables ante los cambios en el gusto de la sociedad. Tal vez por la estructura. Porque sus pavimentos de madera, desde 1984, llevan una triple capa de abedul (uno de los árboles caducifolios más comunes de Europa, para ser más claros) que los mantiene estables e indeformables. Y doy fe de ello después de haber aplicado este parquet italiano en varios de los proyectos de Code Studio. Como dato, te diré que la firma solo utiliza maderas de los bosques de la Borgoña francesa, y con un compromiso medioambiental: el equipo de Listone Giordano se encarga de enumerar y censar cada uno de los árboles que tala, haciéndoles un seguimiento que garantiza su reforestación posterior.
Cualquiera que entre a la flagship de la firma Highly Preppy, en Bilbao, estará pisando el parquet que Listone Giordano trajo expresamente del centro de Francia.
El suelo vinílico es otra de las opciones que lleva años implantándose. ¿Lo aconsejo? Pues la verdad es que sí. Y déjame explicarte por qué: a día de hoy es capaz de reproducir cualquier tipo de pavimento que haya en el mercado, desde pétreos hasta textiles. Lo constata, de hecho, la cantidad de firmas que han empezado a producirlo en todas sus versiones. Aunque su éxito no solo se reduce a la versatilidad: el suelo vinílico se coloca en seco; no te obliga a esperar a que fragüe. Es una superficie practicable de inmediato. Y eso la convierte, desde mi punto de vista, en la mejor solución cuando la obra de un interiorismo exige rapidez. Además, si tienes en mente abrir un restaurante o cualquier otro espacio de retail, o un negocio pensado para soportar mucho tráfico, este suelo es de fácil lavado. Siempre te ayudará a mantener limpio tu local.
Imitando a la madera, el suelo vinílico del restaurante Code Bilbao, justo al lado del San Mamés, recrea una atmósfera old school.
¿Y las moquetas y alfombras? Son un planteamiento factible, sí. Sobre todo desde que marcas como la española KP están borrando su concepción antigua del imaginario colectivo, y distanciándolas de las casas tradicionales de Inglaterra. Esta firma madrileña lo ha conseguido, en parte, a base de diseños, casi siempre con fibras inteligentes, que no necesitan tanto cuidado como los de antes. En su catálogo los hay hechos a mano, de lana, sisal o de vinilo KEPLAN para aguantar largas temporadas en el exterior. Y para gustos, tienen todo tipo de colores y acabados. Que, oye, tampoco es que yo quiera influir en tu decisión, pero ya que estamos, solo añadiré una información que me parece curiosa: que las moquetas y alfombras atrapen el polvo, el polen o la caspa de mascotas e insectos, es positivo. De veras. Porque evita que todas estas partículas acaben circulando por el aire. Lo único que dependerá de ti es realizar una pequeña limpieza, con aspirador, una vez a la semana. Y poco más.
El suelo de esta casa en Getxo, Vizcaya, se extiende a lo largo del salón con una moqueta KP en tonos beige.
La revisión acaba con el pavimento cementoso. ¿Sabes a cuál me refiero? Quizá es la opción menos convencional, no te lo negaré. Pero resulta interesante precisamente por eso. Y porque tiene un acabado similar al del hormigón pulido, viene sin juntas y permite unificar suelos y paredes. Luego está la flexibilidad a la hora de escoger color: o de un solo tono o un jaspeado con variedad cromática. En brillo o en mate. Siempre impermeable. Y, atención, no genera polvo. Lo cual es una buena excusa si lo que quieres, al final, es estructurar un interiorismo lo más neutro y aséptico posible. Te diría incluso que es el mejor principio para diseñar un espacio minimalista. Ahí afuera hay muchos restaurantes y galerías que ya han optado por esta solución: un envoltorio visualmente limpio, que no se posiciona, y que sirve de lubricante para impresionar con el contenido que vas a vender. Así es: decisiones inteligentes para consecuencias efectivas.
Los de la pizzería Hot Now, en el barrio madrileño de Chueca, optaron por un suelo cementoso, gris claro, de toque industrial, que no acaparase la atención. Y como contraste, un mobiliario lleno de grises metalizados y marrones oscuros.