Una declaración de intenciones (a todo color)

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16 noviembre, 2018

¿Cómo se aplican los pantones en las obras de interiorismo? ¿De dónde se parte? ¿Y si hay una reforma? El fundador de Code Studio, Diego Gómez, explica su fórmula punto por punto, con un consejo integral para cualquier tipo de proyecto

 

¿Varía mucho el color desde que lo decidís en el boceto hasta que lo aplicáis en el espacio? ¿Cuál es el procedimiento?

Bueno, la clave está, primero, en el círculo cromático. Siempre se parte de uno de los tres colores de la paleta básica del RGB (rojo, verde, azul). Y luego juegas con sus escalas, es decir, con el tono, la saturación que quieres darle, y con el brillo y la luminosidad. En realidad son las mismas características que tienes en cuenta cuando trabajas con Photoshop. A nosotros, por ejemplo, nos gusta mucho que la base de las paredes y los techos sea con tonos arena, grisáceos, pasteles muy difuminados como el rosa crudo, que son colores neutros, calmados, que siempre funcionan y combinan con todo, independientemente del espacio. A partir de ahí ya puedes ir probando: hacemos cuatro pruebas físicas sobre pared, de 30x30cm cada una, y vamos viendo con qué opción continuamos. ¿Que el cliente se atreve con tonos más fuertes? Pues se puede probar en ciertos mobiliarios, por ejemplo, el verde oliva, que es una base de amarillo y negro, y dependiendo de la saturación de negro, se va transformando en un verde más intenso, más militar, por así decirlo. Es uno de mis verdes favoritos. Pero, al final, más que una cuestión de teoría, la cosa está en que el cerebro acepte esos colores, que no desencajen a primera vista, que combinen. Casi como pasa con la ropa.

 

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En la flagship de Highly Preppy que Code Studio diseñó en Bilbao, el azul maya de la fachada se combina con el marrón de la madera, el blanco, el teja y el verde natural de las plantas.

 

¿Y si un espacio de retail, como un restaurante o una tienda de ropa, quiere cambiar su color base cada cierto tiempo? ¿Es una buena idea?

Yo, personalmente, no lo recomiendo, y menos en el retail. Porque es importante que en un espacio de retail  la fuerza se la lleve el producto que estás ofreciendo. Eso es lo que tienes que potenciar e ir cambiando. Y el resto, a no ser que sea un color corporativo y de marca, siempre propongo optar, como he dicho antes, por un tono que sea muy neutro, que no se posicione demasiado. Parece algo simple, pero el color, en realidad, forma parte de la percepción que tienes de un sitio en concreto. Y si ese sitio te parece agradable, es porque el equipo que lo ha diseñado ha sabido jugar con la iluminación y las tonalidades, ha sabido crear una atmósfera específica que sigue una lógica también determinada. Y si de repente introduces un cambio y acaba destacando por encima de lo demás, pues puedes llegar a desvirtuar el mensaje de tu proyecto, y puede que el resto pierda también su consistencia, que se descompense. Que ya no haya equilibrio. O sea, no puedes decir de repente “ahora me apetece pintar esta pared de morado”, porque te lo puedes cargar absolutamente todo, por mucho que te guste el morado. Los cambios en el interiorismo, siempre lo decimos en Code Studio, hay que hacerlos con cuentagotas. Te la puedes jugar, sí, claro, pero no siempre es lo más acertado.

 

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La mesa del artesano madrileño Jose Cháfer, en una casa de Bilbao, contrasta con los armarios verde oliva oscuro y los tiradores negros de Formani (a la izquierda). En el piso de Getxo de la derecha, todo el salón se ha estructurado con una gama de blancos, grises y beiges.

 

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La firma de moda infantil Bonnet à Pompon tiene una de sus tiendas en Oviedo. Cuando Code Studio la proyectó, uno de los requisitos era que la fachada mantuviera el azul celeste original de la marca.

 

Diego, ¿hay algún espacio que a ti te haya gustado, precisamente, por su color?

A ver que piense… La verdad es que no me viene ningún ejemplo a la mente (hace análisis). ¡Miento! Hay un hotel que hizo el francés Philippe Starck en Nueva York, que se llama Hudson (justo en Central Park). Me acuerdo que las escaleras que subían a la recepción eran mecánicas, de color verde lima fosforito, y eran como muy impactantes. Y fíjate cómo de algo tan simple, tan feo como unas escaleras mecánicas (se ríe), se hizo algo curioso. Es como decir “bueno, ya que me molesta esto, pues vamos a darle más importancia de la que tiene”. Y luego el resto era muy tranquilo: tenía los techos acristalados, con mucho elemento verde y natural, y bastante ladrillo caravista. Pero la entrada era lo que marcaba la diferencia. Y eso es un poco lo que siempre recomendamos a nuestros clientes: jugar con algo que llame la atención y que todo lo demás sea sobrio, que dé la sensación de calma. Porque siempre es más fácil mantener la consistencia jugando con las mesas, los sofás, con lo que tengas de atrezzo. Y este consejo sirve para todo tipo de espacios. Ya tengas un restaurante o estés pensando en una vivienda. Porque en el caso de que quieras cambiar la apariencia, de que te apetezca que tu local o piso luzca distinto, ya no necesitarás hacer una reestructuración absoluta.

 

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La escalera mecánica que Philippe Starck ubicó en el Hotel Hudson de Nueva York, en verde lima, se plantea en realidad como la ascensión al paraíso.